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El sexto sentido de los humanos podría estar en el intestino

20 de Septiembre 2018
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Hasta la actualidad se pensaba que la información viajaba del intestino al cerebro de forma lenta, a través de las neuronas. Ahora, investigadores de la Universidad de Duke han descubierto una vía más rápida de tranmisión que actúa como un sexto sentido.

Se suele decir que los seres humanos tenemos un segundo cerebro en el intestino. Es cierto que a veces tenemos la sensación de pensar con el estómago y que los nervios no suelen sentar muy bien a nuestro sistema digestivo. Sin embargo, ninguna de estos fenómenos es suficiente para hacer tal afirmación.

Lo que sí es verdad es que hay una clara relación entre intestino y cerebro y que, según un estudio publicado en Science, su forma de comunicarse podría ser distinta a la que se teorizaba hasta ahora.

Un falso cerebro
El sistema nervioso humano consta de dos zonas muy diferenciadas: el sistema nervioso central, compuesto por el encéfalo-lo que hay en la cabeza- y la médula espinal, y el sistema nervioso periférico, situado por el resto del cuerpo.

En el cerebro hay muchas más neuronas que en el sistema digestivo y se organizan de una forma muy diferente.

Dentro del sistema nervioso periférico se encuentra el sistema entérico, formado por un conjunto de más de 100 millones de neuronas, ubicadas en la envuelta de los tejidos que revisten el esófago, el estómago, el intestino delgado y el colon. Esta es la causa principal por la que hay quien lo define como segundo cerebro, aunque se trataría de un concepto incorrecto, ya que en el cerebro hay bastantes más neuronas, unos 85 mil millones, y se organizan de una forma muy diferente. Sin embargo, dejando los conceptos a un lado, sí que es cierto que hay una clara influencia nerviosa, relacionada con factores como el apetito.

Mucho más rápido de lo que se pensaba.

Existen dos vías de transmisión de mensajes a través del cuerpo humano. Por un lado, el sistema endocrino utiliza como mensajeras a las hormonas, que se liberan a la sangre para viajar hasta las células diana, en las que activan algún tipo de mecanismo. Por otro lado, el sistema nervioso consta de un complejo entramado de neuronas, a través de las que se envía la información en forma de señales eléctricas.

En el sistema endocrino las respuestas son lentas y duraderas, mientras que en el nervioso son rápidas y muy cortas.

Ambos sistemas se diferencian principalmente en dos factores: la velocidad y la duración de la respuesta. En el caso de las hormonas, la respuesta se da de una forma lenta, pero continuada durante un periodo largo de tiempo, de ahí que sean las principales mensajeras en procesos constantes, como el desarrollo o el crecimiento. En cambio, las señales nerviosas viajan muy rápido, dando lugar a una respuesta precisa, pero corta. Por eso, intervienen en fenómenos como la visión o el dolor.

Hasta ahora, se creía que los mensajes procedentes del sistema digestivo se enviaban a través de las hormonas. Un claro ejemplo es el de los estudios que analizan el papel en el apetito de la ghrelina, una hormona que estimula a las neuronas hipotalámicas, favoreciendo un aumento del apetito. Sin embargo, un nuevo estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Duke, lanza una hipótesis muy diferente al respecto.

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Todo empezó después de que observaran que las células sensoriales que cubren el intestino comparten algunas características con las que están situadas en la lengua o la nariz. Dichas células contienen terminaciones nerviosas, que llevan a pensar en la posibilidad de acceso a algún tipo de circuito neuronal.

Por eso, los responsables del estudio, cuyo autor principal es Diego Bohórquez, decidieron mapear ese circuito, con ayuda de un virus de la rabia marcado con fluorescencia. Este virus afecta al sistema nervioso, por lo que viaja por las neuronas, hasta llegar al cerebro, donde “se apodera” del hospedador, induciéndole cambios radicales en su comportamiento.

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